Antes de partir con la revisión, haré las mismas dos prevenciones que hice en el primer RLCCh:
Disclaimer de modestia: a pesar de que creo saber de libros de cocina, finalmente es todo una cosa de gustos. Yo hablaré desde mi perspectiva de amateur adepta a estos libros, y es por lo tanto, sólo una humilde opinión, brothers.
Segunda prevención: escribo mucho. Tengo serios problemas para sintetizar mis pensamientos. No espero que desee leer este mamotreto entero, de modo que le indico altiro que lo fundamental está en la sección “Datos Básicos” y “Conclusión”. Lo otro (sección "En detalle"), se lo puede saltar. No me ofenderé.
Bien. Dicho lo anterior, procedo:
Datos básicos
Título: INVITAR SIN COMPLICACIONES
Editorial: El Mercurio Aguilar
Formato: tamaño mediano, tapa blanda, alrededor de 270
páginas
Valor: me lo regaló mi buena madre, pero según la página de la Feria Chilena del Libro, cuesta 18.000 en librerías y 17.100 por internetss.
Tipo de comida: dulce y salado.
Tipo de cocina: cocina para invitar gente a la casa, sencilla y no pretenciosa.
Fotos: de todas las recetas, a color.
Extras: tiene índice por ingredientes.
En detalle
De afuerita, el libro no crea demasiadas expectativas y parece un libro medio simplón. Pero apenas uno se adentra en las primera páginas, comienze a relucir un pequeño diamante.
De partida, hay una
introducción lata. Como mencionaba en la
RLCCh anterior, yo AMO las introducciones en los libros de cocina. Considero
que sientan el tono del libro, que nos permiten ver la forma en que el autor
entiende la cocina, que nos explican a quién se quiere llegar con el libro, y
en general, iluminan el entendimiento de las recetas que le siguen.
Todo esto es justamente lo que hace Martita. En su
introducción nos explica de dónde nace el libro y a donde apunta. Así
descubrimos su noble intención: simplificar la tarea de invitar a comer a la
casa. La idea que subyace este libro es, entonces, la bellísima noción de
compartir a través la comida. Esta idea se complementa con otros principios
presentes a través de las recetas, tales como: cocina fácil y sin demasiadas
complicaciones - sin pretensiones moleculares ni posmodernistas - ; cocina
moderna – sin ese empaquetamiento de antaño, cosas frescas, influencias de
otras gastronomías del mundo -; y cocina sana. Y ojo, que respecto a este
último principio cabe destacar que el enfoque de Serani no es ese extremismo
nutricional de muchos – ese en que la dieta consiste en lechuga, chia y pechuga
de pollo- sino que entiende el comer sano en el sentido de comer cosas frescas,
evitando los excesos y armónicamente. Así, la autora indica “si bien no todas las preparaciones de este libro son
necesariamente livianas, he tratado de eliminar aquellas con exceso de azúcar,
mantequilla y crema”.


El libro está ordenado en capítulos de tipo de plato,
creados “con la idea de simplificar la tarea para que todos puedan convidar sin
miedo”. Y, oh, cuán bien se logra esta tarea.
Hay 6 capítulos, cada uno referente a un tipo de plato. Así,
están:
- Para Comenzar
- Sopas
- Platos Principales
- Acompañamientos
- Dulce Final
- Al Amanecer
Algunos de estos capítulos se dividen en subcategorías. Por
ejemplo, el capítulo “Platos Principales” se subdivide en Carne, Aves,
Pescados, Pescados, Pastas, Guisos. Todo de una claridad prístina. Si uno
quisiera encontrar una receta en particular en el libro, la tarea sería fácil,
pues el orden es de todo sentido común.
Bien jugado ahí, Martita.
Pero no sólo es el orden de las recetas lo que destaca, sino que su contenido brilla también. La comida que presenta Martita es rica, fresca y
adaptada al paladar chileno, a pesar de haber varias influencias de otras
cocinas. Son recetas genuinamente perfectas para cocinar cuando se invita gente
a la casa.
Especialmente las recetas saladas, son un lujo. Vale
comentar en este punto que, usualmente cuando me compro libros de cocina los
hojeo por meses y meses antes de hacer una receta, pero con éste, genuinamente
no me pude resistir y empecé a cocinar altiro. Probé por ejemplo el tártaro de
dos salmones (delicioso, increíble toque que la mostaza), el strudel de
champiñones y queso de cabra (una belleza, casi lloré de la alegría al sacarlo
del horno) y la punta de ganso Iker.
Las recetas dulces no son malas, pero no son de mi gusto.
Son súper caseras y sencillitas, pero de esas que evocan calor de casa. Una pequeña crítica sí: hay excesivas recetas con manjar (manjarate, panacotta de manjar, bomba helada de manjar, flan de manjar, cheesecake de manjar...). Y ya OK, yo entiendo la sacralización del manjar que existe en nuestro país, pero encuentro que se abuso del recurso.
Uno de los puntos más relevantes en mi prisma al momento de
analizar un libro de cocina, es la escritura. En este caso, mis estándares han sido
gratamente satisfechos por “Invitar sin Complicaciones”.
De partida, la introducción, de la que ya hablaba. Genial,
cercana, clarificadora.
Luego, casi todas las recetas cuentan con unas pequeñas
líneas introductorias, que, oh Jesús, ¡cuánto se agradecen! Cada una de ellas
nos cuenta la apreciación de la autora de la receta, quizás una breve historia/anécdota
y a veces se refiere a algún ingrediente en particular. Por ejemplo, en la
receta del picante de camarones indica la autora: “El guiso ideal para los
grandes almuerzos veraniegos o para una comida contundente. He simplificado
muchísimo los pasos con respecto al original que me enseñó un profesor de
cocina peruano. Aquí, un delicioso y
simple guiso a la altura de los más grandes paladares. Servir con arroz
blanco". Qué agrado.
En las recetas mismas, Martita también lo hace bien. Los
ingredientes en términos claros y adaptados al vocabulario chileno, haciendo clarificaciones
cuando corresponde. Así por ejemplo, en la receta de cebollas
acarameladas uno de los ingredientes es cebolla escabechera, donde la autora incluye un aclarador paréntesis donde ilumina: “no confundir con
cebolla perla. Es más pequeña que la normal y se vende en mallas en los grandes
supermercados”. Ah, Jesús, cuánta utilidad.
El desarrollo de las instrucciones de las recetas es claro
también. Una notable virtud es que al momento de cocinar las recetas, no solo
entrega la cantidad de tiempo, sino que describe cómo podemos determinar cuando
la receta en cuestión está lista. Por ejemplo, en el Turrón de Chocolate
Peruano, se lee “hornear los bizcochos por 20 minutos aproximadamente. Estarán
listos cuando estén firmes al tacto pero no totalmente duros; deben quedar
ligeramente húmedos.”
Finalmente, el libro cuenta con fotos de todas las recetas. Ninguna de ella
es artística ni pretenciosa, sino relajada y agradable a la vista. Son las fotos perfectas para el propósito del libro:
hacer las recetas accesibles y demostrar que se puede invitar a comer
sin complicaciones.
Conclusión
"Invitar sin complicaciones" es una joyita para todo quien disfrute cocinar e invitar gente a su casa a comer.
Es un libro cercano, terriblemente amigable, que presenta pura comida rica, fresca y fácil. No se requiere ninguuna habilidad previa ni utensilio bizarro para poder profitar de este libro. Lo único necesario es la intención de reunir a los queridos en torno a un buen plato de comida.
Lo forever banco. Le doy mil estrellitas.