De traumas de niñez, Sex and the City, Nueva York y Banana Pudding

Tengo una historia.

En mi casa históricamente ha habido una sola tele, vieja, chica (muy chica, de esas en que no se alcanzan a leer los subtítulos  a menos de 2 metros de distancia) y localizada en la pieza de mis padres. En estas condiciones, mi consumo de televisión ha sido siempre muy restringido. Y hey, no digo esto con aires de progresismo y genialidad. Lo digo con profundo pésame… no vi noticieros como gasta los 15, y si aún dieran Mekano, aún me estaría prohibido verlo… Todo esto ha generado que yo sea un ser humano profundamente traumado.

Sin embargo, en mis tiempos de niñez, había una ventana de libertad y regocijo televisivo, que era irme a dormir a la casa de mi tía Paty. Todos los Viernes me iba a su dpto. y comprabamos cosas chanchas y nos dedicábamos a ver tele. Mi tía Paty tenía una tele gigante, quizás por eso la amo tanto. Y a pesar de que mi mayor anhelo durante la semana era esta pijamada, como era una cachorrita bebé, no duraba demasiado antes de quedarme dormida. Una vez que Morfeo me tenía entre sus garras, mi tía veía sus programas, como Primer Plano y series y películas con escenas de sexo, como Sex and the City (que lo daban en La Red como a las 1). Sé esto porque un par de ocasiones me desperté y la descubrí viendo sus programas, pero ella me decía que no eran para mí y me los escondía.  Una vez, me hice la dormida y me quedé viendo en secreto. Daban la peli Infidelidad, con Richard Gere y Diane Lane. Fue muy chocante.

Eventualmente crecí, y cuando ya fui grande y descubrí las maravillas del Internet, quise ver todos esos programas secretos.  Me di cuenta de que Primer Plano (en sus buenos días, no ahora) es tan malo que llega a ser morbosamente bueno, que las escenas sexuales de Infedilidad eran una caricia inocente al lado de toda la pornografía jarcore que hay en la web, y que de Sex and the City (la serie, no las películas) es magnífica.

Con el tiempo me hice adicta a Sex and the City y vi y re vi todos sus capítulos (y aún no me decido si prefiero a Miranda o a Samantha). En uno de ellos, Carrie y Miranda van a comerse un cupcake a una pastelería llamada Magnolia en Bleeker Street. 

Y como no sólo soy obsesionada con Sex and the City sino que también con la comida, esa escena caló en mi corazón como el epítome de lo cool: comer un cupcakes, con amigas, en Nueva York. Así es que empecé a investigar acerca de la escena y descubrí muchas cosas: la bakery es real y tiene un libro y es fastante famosa. Y también descubrí que los cupcakes ahí son malos y que lo que realmente es el tesoro del lugar es una confección llamada Banana Pudding.

Pues bien, les he contado toda esta historia porque recientemente estuve en Nueva York, con amigos (porque sí, pertenezco a la petite bourgeoisie que puede hacerlo). Y desde luego que una de las paradas esenciales (aparte del Chelsea Market, God Bless) era ir a Magnolia Bakery en Bleeker Street y comer banana pudding. Y amigos todos, qué maravilla (y por 5 dólares + tax).

Acá estoy con mi amiga Catalina, que también estudia Deretcho y cultiva el look abogada, como podrán observar. Yo soy la del look indigente de al lado. 

El banana pudding es una suerte de trifle de plátano. Se intercalan capas de crema de vainilla - aireada como nubes del Edén-, con pedazos de galletas y plátano fresco. Suena raro, quizás, pero en verdad es una ambrosía unicorniana. Y se los digo yo, que no soy demasiado fanática del plátano.

capas deliciosas

Para recrear la receta acá busqué por la internetsss, y encontré que la receta estaba es uno de los libros de la misma pastelería. Sin embargo, los ingredientes de dicha receta no se pueden encontrar acá, así es que tuve que hacer unos arreglines.

Primero: se necesitaba de esas mezclas de budín de vainilla instantáneo, sin embargo no he encontré por ninguna parte. Y lo raro es que estoy segura que antes habían… ¿se acuerdan? Unos marca Royal? Bueno, la cuestión es que fui a un Santa Isabel, a un Líder y a un Jumbo y nada encontré. Así es que lo sustituí por esas preparaciones de Creme Brulee, de la marca Ambrosoli, que supuse que era bastante cercano a budín. Funciono de lujo.

Este budín luego se enriquece con leche condensada y crema batida, lo que lo vuelve suave y aireado y celestial. Creo que me comí alrededor de 1 taza cuchareando la mezcla.

Observad la suavidad lujuriosa, señor jesucristo!

Luego, la receta original usaba unas galletas de vainilla gringas que no hay acá. Así es que las reemplace por galletas de champaña que creo que quedaron perfect.

Finalmente los plátanos son iguales aquí y en la quebrada del ají, así es que no hay necesidad de cambio respecto a ello.

alimento de unicornios

El resultado es, creo, lo más parecido que pudo haber sido al de Magnolia Bakery, lo que significa que es extremadamente delicioso.  La única precaución que quisiera entregar es que lo dejen reposando en el refri por al menos 6 horas; esto lo de la posibilidad a las galletas de humedecerse, a los sabores de armonizarse y vuelve a la crema de vainilla en una suerte de mousse.  

Dedico esta bella receta a mis buenos amigos Catalina y Agustín, dos buenos cristianos, con los que recorrimos la gran manzana durante una genial semana.

Banana Pudding

Receta adaptada de: Eat Cake for Dinner, que la adaptó a su vez de uno de los libros de Magnolia Bakery

Rinde: 5 porciones muy generosas, como 7-8 porciones medianas, o bien, una fuente grande

Salvo por la crema de vainilla la receta es muy flexible: si les gusta con más plátano, poner más; si les gustan harto las galletas, también; y viceversa. 

1 mezcla de Creme Brulee de Ambrosoli + todos los ingredientes que ella requiera para su preparación

3/4 tarro de leche de condensada

2 tazas de crema para batir, refrigerada

1 cdita. de esencia de vainilla

3-4 plátanos

1 paquete de galletas de champaña

Preparar la creme brulee de acuerdo a las instrucciones del paquete (mezclar con leche y cocinar lentamente al fuego hasta que ebulla. ¡Cuidado que se queme!). Una vez que esté listo, agregar la leche condensada y mezclar bien. Dejar enfriar completamente cubierto con papel film en contacto para evitar que se forme una costra (es decir, poner el papel plástico de forma tal que toque la superficie del budín).

Batir la crema hasta que esté firme. Agregar la vainilla.

Con una espátula incorporar la crema batida al budín frío, haciendo movimientos envolventes con ella. La idea es mantener el aire que la agregamos a la crema. 

Para el armado, se puede optar por porciones individuales o un copón grande. Partir con una capa de crema, seguida por galletas trituradas con las manos y plátano rebanado en tajadas delgadas. Repetir la operación hasta llegar al borde.

Refrigerar a lo menos 6 horas.