Mi último post fue un lejano abril del 2018. ¿Se acuerdan de la vida en esos tiempos? Era otro mundo. No había habido una pandemia global y en Chile no había ocurrido aún el estallido social, ni tampoco los procesos que a raíz de él se desencadenaron. Lo que es yo, tenía 25 tiernos años de edad, y me encontraba iniciándome en la vida laboral, llena de energía, proyectos y curiosidad. Creo que fue una buena época, aunque recuerdo que la radicalidad de la jornada completa fue una bofetada en mi inocente carita de motivación. (Hasta el día de hoy sigo en shock la verdad; cada mañana camino a la pega voy pensando con desdicha de cómo es posible que haya que trabajar tantas horas al día, tantos días a la semana, hasta la muerte o la jubilación - cualquiera de las dos llegue primero). Fue eso lo que me hizo dejar de postear: la falta de tiempo, el agote existencial después de jornadas de 8+ horas en la oficina. Quizás también el ánimo de volcar todos mis esfuerzos en esta vida de joven abogada que se abría ante mí.
Al rato después decidí cerrar mi blog al acceso público. En un principio fue para darme el tiempo de repensar esta plataforma, pero lo cierto es que nunca me di ese tiempo. Más bien, ocurrió que poco a poco se apoderó de mí una suerte de vergüenza de todo lo que he sido en el pasado y que ya no soy. Esto es algo que me pasó no solo respecto a mi blog, sino en general a mi vida: mirar con pudor/arrepentimiento cosas que he dicho/hecho en el pasado, y que ya no me representan en su fondo y/o forma (como cuando salían recuerdos en Facebook de los estados que uno ponía una década atrás (razón que me hizo borrar mi FB)). Y como en este blog he dejado registro escrito de un montón de historias y reflexiones que he tenido desde el 2011 – la mayoría de las cuales literal ya no recuerdo – este sentimiento terminó consolidando mi decisión de mantenerlo completamente privado, para evitar así tener que hacerme cargo en el presente de los dichos de la Magdalena del pasado. Todo muy obsesivo, lo sé, pero es la verdad. Esa ha sido la principal razón por la que he mantenido el blog cerrado los últimos 6 años.
Obviamente seguí cocinando durante ese tiempo, y de hecho, al tiempo de cerrar mi blog tomé la decisión de embarcarme en un gran proyecto: escribir mi propio libro de cocina.
Necesitaba compilar todas mis recetas en un soporte único de fácil acceso – porque previo al libro, tenía mis recetas esparcidas por todas partes (en el blog, en páginas aleatorias de libretas viejas, en notas de mi celular, etc.); y además, quise codificar las recetas de mi abuela María. Ya que colecciono libros de cocina desde mi adolescencia, la idea de escribir uno yo siempre había sido como un sueño, aunque difuso y lejano. Hasta que en algún momento dije, bueno, ¿por qué no? Literal no hay nada que me impida escribir un libro de cocina. Así es que empecé a escribirlo.
Me demoré. Años. Porque lo escribía en mis tiempos libres que no eran tantos. Sin embargo, el año 2022 – para cuando la vida de joven abogada ya no me parecía tan atractiva como otrora - tuve un período de alrededor de 6 meses en donde trabajé de forma independiente, y me propuse aprovechar la flexibilidad horaria para terminarlo y auto publicarlo. Fue un gran esfuerzo pero muy entretenido y novedoso. Por cierto, que completamente amateur y artesanal; fui descifrando qué hacer a medida que avanzaba. Al fin, en diciembre del 2022 fui a la imprenta a buscar 50 copias de mi libro, “Cositas dulces”. He lo aquí:

He seguido trabajando en el libro, afinando las recetas, detectando errores (que a pesar de las múltiples revisiones, me he dado cuenta que son muchos), pensando en formas de mejorarlo. Espero que haya una segunda edición, y anhelo poder compartirlo con más gente, porque estoy muy orgullosa de su contenido (y no, el libro no tiene fotos porque hacerlo con fotos habría sido un proyecto enteramente más complejo, para el cual no tenía ni la plata ni los conocimientos necesarios!).
Y pues bien, como podrán ver, llegué a la conclusión de reabrir Magdalena Cocina.
No he borrado ningún post anterior, así es que es muy posible que hayan cosas que ya no me representan. (Releí la review que hice del libro de la Daniela Castro, y dios mío, con qué vehemencia la escribí uwu. En la actualidad no escribiría tan duramente.) Pero tengo 31 años, es 2024 y siento que debo ser capaz de superar mis ansiedades al respecto, y aceptarme como he sido y como soy.
Por de pronto, simplemente anuncio su reapertura. Así que a los que vuelven y a los que conocen este blog por primera vez: bienvenidos. Yo soy Magdalena, escribo desde Santiago de Chile y me encanta la mantequilla, pero aborrezco la margarina. Por acá comparto recetas y cositas de cocina.
Hola, acabo de leerte, y debo reconocer que te busque mucho por un tiempo, me preguntaba porque ya no estabas, me encaba tu firma de escribir y conentar tus recetas.
ResponderEliminarBienvenida de vuelta.Mi primera torta de panquequr naranja lo hice con tu receta. Y volvi a buscarla pero nunca la encontré.
Espero poder encontrarla de nuevo.
Gracias
AH!! Y SI RECUERDO QUE AMAS LA MANTEQUILLA Y ODIAS LA MARGARINA🤭🤣
Me encanta que reabras este blog. Todos cambiamos lo que pensamos, eso es lo bueno de la vida. Pero tus recetas no cambiaron y así y todo siguen siendo excelentes
ResponderEliminarBienvenida!!
ResponderEliminarAl fin Magdalena !!! Al fin volviste, extrañé un montón tus recetas y tus historias entrelazadas. Todos cambiamos, la vida es eso, un cambio y aprendizaje constante. Eres super talentosa, espero tu libro!
ResponderEliminarYaaaasss! Gracias por volver. Testrañé tantísimo.
ResponderEliminarAlegria infinitaaa!! Gracias por volver
ResponderEliminarBravo, una alegría. M. Victoria
ResponderEliminarEs increíble como vas por la vida dejando recuerdos, inspirando o simplemente sacando una sonrisa en personas que no te imaginas. Te leía desde que empezaste, bueno en realidad leia muchos blogs, cociné recetas tuyas y luego los fui dejando cada vez mas de lado. Años después, en unas de esas noches de insomnio, empecé a buscar los blogs que seguía y me preguntaba si ya eras abogada jajaja.
ResponderEliminarEn fin, también en mis 30, la vida va cambiando, pero siempre es bueno recordar esa época en que nos leíamos más, quizás más honesta y real, sin los filtros y los likes y toda esa obsesión de querer mostrarse perfectos.