viernes, 3 de febrero de 2017

El Queque Más Simple

Las vacaciones son bacanes por muchos motivos. El principal, obviamente, poder descansar el cuerpo, la mente y el alma del trabajo y la rutina extenuante. Pero también por otros motivos, como el hecho de que las vacaciones nos permiten profitar de hábitos poco compatibles con el ajetreo de la vida cotidiana y la vorágine de la urbe, tales como dormir eternamente, almorzar tarde y con calma, tomar once, ver el reality hasta el final, etc. Qué agrado y dicha esas prácticas.

En efecto, escribo estas líneas desde el sur, donde paso algunos días junto a mi familia. Y la receta que vengo en compartir, es una receta relajada y sencilla, tal como lo es la vida cuando se está de vacaciones. Es un queque , humilde y delicioso, que resulta perfecto para compartir a media tarde junto a una taza de té humeante, en compañía de la familia y de los amigos, en la complacencia de ver las horas pasar lenta y distendidamente.


Este queque es una de mis recetas regalonas, de esas que vengo haciendo desde que tengo uso de memoria. Su fuente es el excelente y queridísimo Manual Práctico de Cocina de Pablo Huneeus, que está en mi casa desde antes de mi nacimiento. La he hecho tantos cientos de veces que me la sé de memoria.

La gracia de este queque es precisamente que no tiene mucha gracia. Es una preparación completamente despojada de toda pompa, de todo exceso. Es la sencillez máxima, y eso precisamente es su mayor valor.